4 de marzo de 2015

MANUAL PRIÍSTA

En menos de cuatro meses vamos a saber qué marca el termómetro nacional, una vez efectuadas las elecciones para  diputados federales, después de que Enrique Peña Nieto y Televisa reinstalaron al PRI en Los Pinos.

El escenario no podía ser peor: estamos a punto de una macro-devaluación, hay recorte del gasto social  por la crisis petrolera, el número de desaparecidos se dispara, se documentan más y más casos de increíbles negocios entre la clase política y la narcodelincuencia, los medios se autocensuran por intereses perversos de sus dueños y directores, los legisladores venden la Nación a particulares nacionales y extranjeros, la jerarquía católica nada de a muertito para no perder los favores del poder y los militares asechan las libertades, ante el derrumbe del sistema.

El estado de Veracruz se lleva los primeros lugares en endeudamiento, desempleo, corrupción, impunidad, inseguridad, muerte de periodistas, abandono del campo y los productores, contingencia ambiental y exclusión sistemática de las y los jóvenes como garantes de un relevo generacional que ya toca, pero que obstaculizan políticos mañosos y perversos de la generación Fiel o de más tiempo atrás, como Zoyla Noemí Guzmán Lagunes.

No obstante todo lo anterior, sin olvidar  los casos más recientes de agravios a la sociedad, como el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la maquinaria priísta parece estarse aceitando para conseguir  “carro completo” en las elecciones del 7 de junio próximo.

Si hubiera que detallar ese manual operativo del PRI, para vencer -no para convencer-, la experiencia marca  al menos cinco pasos  para hacer realidad la llamada “dictadura perfecta”:

Lo primero es que siga habiendo millones de pobres. O sea, que  gente iletrada, desempleada, acostumbrada a estirar la mano, para recibir migajas del gobierno, a cambio de halagos al gobernante en turno, se convierta en el “voto duro” del PRI, lo que  garantiza al sistema que cualquier mamarracho o damisela pueda convertirse en presidente municipal, gobernador, legislador local o federal y hasta presidente de la república.

Lo segundo es que el PRI-Gobierno pueda contar con fuentes de financiamiento suficientes para corromper a potenciales aliados y también para eliminar o neutralizar a opositores, valiéndose de las prerrogativas o del financiamiento más diverso y discrecional, casi siempre de dudosa procedencia, mediante el cual se ofrezcan  jugosos contratos para la obra pública o puestos en el gobierno, de modo que puedan hacer negocios al amparo del poder. La aparición de “Fundaciones” es práctica recurrente para esos enjuagues, donde nadie fiscaliza el manoseo de millones y millones de pesos.

En tercer lugar está “la estructura territorial” que el Revolucionario Institucional acostumbra accionar en cada campaña política, para no perder el control  de “sus bases”, por medio de líderes naturales o  impuestos en  los sectores obrero, campesino, popular, juvenil y de las mujeres, a quienes se les diseña una estrategia y dota de “apoyos en especie”  y dinero en efectivo para operar  antes-durante-después de los comisios, para no errar y conservar el poder. Los pobres saben que su voto puede costar de 500 a 1000 pesos y ya hasta saben quiénes se dedican a ese ilícito negocio, donde -como dice la pirinola- “todos ganan”.

Desde luego, en este sucio negocio de la política, hay enormes bolsas de dinero público, privado  o de extraña procedencia, que se utiliza para  convertir a los medios impresos y electrónicos en sus principales aliados, para que promocionen a rabiar a candidatas y candidatos de la más diversa índole: juniors o bebesaurios, hijos de empresarios o líderes sindicales, amantes de políticos o funcionarios, chapulines, operadores políticos de la alta escuela, aspirantes a más y más puestos o cargos públicos, en una palabra viles fichas de ajedréz, puestos y dispuestos a levantar el dedo para aprobar cualquier iniciativa por perversa o perjudicial que esta sea para los intereses de las mayorías.
Salvo muy contadas excepciones, los medios de comunicación se encargan de sostener en pie ese teatro, publicando mentiras por verdades, criminalizando la protesta social y ridiculizando a los enemigos del gobierno.

Y si todo lo anterior llegara a fallar, aplica el quinto mandamiento del manual priísta que dice: no morderás la mano que te da de comer. O sea, que para no errar jamás, el mismo sistema político ha creado órganos electorales dóciles y perversos a la vez, para que sean capaces de procesar bajo cualquier escenario o circunstancia, verdaderos fraudes electorales, como en 2006 y 2012 a nivel federal y como es más común todavía en la entidad veracruzana.

Por lo pronto, en el distrito Coatepec la caballería priísta anda suelta desde hace tiempo, cometiendo actos de campaña anticipada al por mayor y de manera impune, en favor  de “La Mimí”. Dos ejemplos:  hace apenas unos días Fernando Charleston soltó mañosamente la información de que ha logrado”bajar” para el distrito que él representa, poco más de 250 millones de pesos, mientras que el alcalde Roberto Pérez Moreno anunció también 30 millones de pesos para apoyar a cafeticultores con problema de roya en sus fincas.

Deben agregarse a lo anterior, las apariciones forzadas que la propia  secretaria de Protección Civil, programó, por ejemplo, en escuelas de todo el distrito -con la complicidad del delegado de la SEV-, para promocionarse políticamente mediante la entrega de paquetes de útiles escolares y  las inesperadas visitas a los municipios con miles de despensas, láminas, cobijas y hasta pantallas de plasma, en compañía de presidentes y presidentas municipales y titulares del DIF, o la utilización de cada fiesta patronal como trampolín político -caso Teocelo-, para llegar a San Lázaro a como dé lugar.

¡Cuál es el origen de los recursos que mueve toda esa maquinaria político-electoral y reactiva en cada elección el voto corporativo, incluído el sector del transporte público que muy pronto nos colocará la propaganda de Zoyla Mimí en taxis y autobuses?

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