Héctor Hernández
Es el complemento ideal para admirar la belleza arquitectónica del templo parroquial, situado en el centro urbano de la ciudad, es uno de los elementos que sirvieron de base para la traza de las calles de Coatepec.
Inicialmente utilizado como “campo santo”, lugar adecuado para sepultar cadáveres de los habitantes en una época.
Espacio tradicional para construir la cruz monumental a instancias del padre José Manuel Martín del campo, actualmente candidato en el proceso de beatificación, así será reconocido su servicio pastoral, el recuerdo permanece vivo en la feligresía.
El atrio, ha sido lugar de acontecimientos memorables como las actuaciones de los voladores de Papantla en algunas ferias del café, conciertos de grupos musicales, punto religioso en ceremonias en Semana Santa, Posadas, también está ligado a la tragedia en reciente fiesta patronal, cuando la sangre salpicó intempestiva, la alegría colectiva en aquella tarde de septiembre.
Una sección es utilizada para estacionamiento gratuito de unidades, para el clero y ministros.
Es la penumbra que amenaza al templo en dos entradas cerca de la zona arbolada, donde los arriates son depósitos frecuentes de basura.
Curiosamente la oscuridad permanece, sin que el clero ni el gobierno se ocupen de alumbrar el camino por donde camina el feligrés o el causante.
Cómo olvidar aquel sitio externo junto a la torre, que nos recuerda el homenaje a la “anima sola”, aquel muro donde alguna vez alguien nos pintó el Nacimiento, solo nos queda, aún presente, la figura inolvidable del “leoncito” donde los niños en alguna ocasión hemos estado.
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