¿NUEVOS GOBIERNOS?
Aunque no se puede exigir a los nuevos alcaldes de la zona, que en 45 días nos resuelvan todos los problemas, al menos deben ser sensibles a la demanda ciudadana y comenzar por escuchar sus necesidades, quejas y propuestas, para integrar un Plan de Desarrollo Municipal que oriente sus tres años de gobierno.
Ya no queremos como presidentes municipales, síndicos y regidores, a servidores públicos improvisados que por sus pistolas quieran decidir por todos, sin consultar a la ciudadanía, sin calcular el impacto de sus decisiones tomadas a la ligera y menos para hacer negocios particulares al amparo del poder.
Ejemplos de lo anterior hay “como arroz” en nuestra región: el “Angel de la Independencia” que se mandó hacer el alcalde anterior de Cosautlán, Sergio Cortés Guzmán; la “obra como nunca” que nos prometió en Teocelo Oscar Hernández de la Cruz y que nunca llegó; el dispendio y las raterías de Ramírez Cabañas y su cártel del millón en Coatepec; la mediocridad y negligencia de José Luis Vargas González en Ixhuacán, que le podría costar la cárcel, pues fue de los que “robó poquito”; y la soberbia y altanería con que se condujo en sus tres años de gobierno en Xico Rogelio Soto Suárez, que así acabó enterrando las aspiraciones de sus compañeros del PRI en las elecciones municipales del 2010.
Ahora, los nuevos ediles - priístas, panistas y perredistas-, tienen la oportunidad y la obligación de probar que son mejores gobernantes, pero no sólo en el discurso y el papel, sino en el día-día, yendo a las comunidades al encuentro con la gente, dejando sus cómodos vehículos, para bajarse a escuchar quejas, propuestas y hasta aplausos, pues así de diversa es la ciudadanía, a veces cálida, otras irreverente, pero siempre dispuesta a sumarse si ven en el gobernante a personas auténticas y congruentes.
En algunas partes de Veracruz y otras entidades de la república, la palabra es sinónimo de valor y de confianza; quien empeña su palabra, tiene la obligación de cumplir y efectivamente cumple; el resto de la comunidad deposita su confianza en una persona porque sabe que sí va a cumplir y que va a obedecer, antes de querer mandar.
Lamentablemente, desde hace algunos años, la clase política mexicana se encargó de prostituir no sólo los “acuerdos de palabra”, sino los pactos, convenios y declaraciones firmadas al más alto nivel, propiciando así una desconfianza sistemática que ya inmoviliza a toda la sociedad mexicana. Ya no creemos en nada ni en nadie. Y menos en partidos y gobiernos.
Además, lo que nuestros políticos locales han mamado por generaciones, no ha sido otra cosa que la vieja cultura política heredada por presidentes de la república y gobernadores, perversos, borrachos, corruptos, prepotentes e indolentes, a los cuales se les premia con jugosas pensiones, impunidad y trato de reyes, en vez de meterlos a la cárcel por gandayas.
Así que, no será fácil que los nuevos servidores públicos quieran o puedan instaurar una nueva cultura política, pues además las primeras inercias y obstáculos saldrán de sus propios colaboradores y de las esferas del poder estatal y federal; el cambio lo tendría que promover la ciudadanía, con capacidad de aporte local, específicamente los jóvenes, las mujeres y gente con visión y experiencia que sumen iniciativas, talentos, liderazgos y capacidad para afrontar “lo que venga”.
Lo que sí es posible lograr en el periodo 2011-2013, si los nuevos ediles desean escribir una nueva página de la historia política local y regional, es comenzar a cambiar conductas, desterrar viejas prácticas y perseguir vicios y delitos del régimen caduco, no sólo para no ser parte de lo mismo sino para tratar de colocarse a la vanguardia, pregonando claro con el ejemplo y sometiéndose al escrutinio diario de sus conciudadanos, a quienes deben rendirles cuentas claras y resultados palpables.
¿Qué tal si comienzan con una disminución de sus salarios, compensaciones y aguinaldos? ¿Por qué no investigar a fondo posibles casos de corrupción en la administración pasada, para proceder –si hay elementos- a practicar la auditoria correspondiente y la denuncia de hechos ante el MP, Orfis y Congreso del Estado?
¿Por qué no seguir con una evaluación del desempeño de sus más cercanos colaboradores, con la ayuda de la ciudadanía, para desprenderse de verdaderas jaurías, garrapatas, serpientes, zorras, zorrillos y demás fauna que suelen copar a ingenuos alcaldes, y que además de no trabajar, cobran caro y desvirtúan las buenas intenciones de servidores públicos confiables? Que los hay.
Y si los recursos estatales y federales no alcanzan para cubrir lo más elemental de la demanda ciudadana, ¿por qué no asumir una actitud más radical, convocando a los ciudadanos, a los actores y sectores locales, asociaciones civiles, comités, patronatos y hasta iglesias, sin olvidar a los sindicatos, ligas deportivas y cámaras industriales y de comercio, a realizar caravanas hacia las dependencias estatales o federales, para EXIGIR atención y respuesta rápida, partiendo de la vieja enseñanza de que “el que no chilla, no mama”?
Nos han engañado todos estos años con un dulce, como a unos niños, diciéndonos siempre que para carreteras, hospitales, escuelas, agua potable, electrificación y otras necesidad NO HAY PRESUPUESTO…Ah, pero qué tal para elecciones y partidos, qué tal para altísimos sueldos para diputados, senadores, gobernadores, presidentes de la república, magistrados, militares y policías muy sofisticadas pero ineficientes; qué tal para organismos caros pero sin credibilidad como el IFE y la CNDH o mafias disfrazadas de sindicatos como el SNTE y el de petroleros?
Ya no se vale señores alcaldes, síndicos y regidores “nadar de a muertito”, Los ciudadanos exigen respeto, cuentas claras y resultados. No más impunidad para los que se fueron, no más simulación para quienes nos gobernarán. Los vamos a vigilar.
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